Siendo que la axiomatización de Kolmogorov proporciona por lo tanto un entorno seguro en el que la teoría matemática de la probabilidad ha podido florecer sin sobresaltos durante décadas, resulta legítimo preguntarse por qué habría que perseverar en un debate sobre los fundamentos que en muchas ocasiones resulta desesperantemente estéril.
Antes de abordar esta pregunta cabría señalar, en primer lugar, que en todo caso este debate debería seguramente seguir la senda marcada por Laplace cuando supo dejar de lado su teoría de los casos equiprobables para abordar el problema de las monedas trucadas: una teoría sobre la naturaleza de la probabilidad no debe ser de ningún modo una estructura a priori rígida en la que las teorías matemáticas deban quedar encorsetadas, sino un desarrollo que acompañe a la misma evolución del conocimiento matemático y físico, y que se modifique y adapte en función de lo que se aprenda durante ese proceso.
Además, en cuanto a la pertinencia de este debate sobre los fundamentos, puede mencionarse de nuevo el dilema sobre la posible naturaleza dual de la probabilidad: sin deslindar claramente de qué se está hablando, o si en realidad se están mezclando cuestiones esencialmente diferentes, será difícil completar el desarrollo de una teoría adecuada. Pueden alegarse también razones de estricto orden práctico: al desarrollo de las diferentes nociones de probabilidad en ocasiones lo ha acompañado el descubrimiento de formas de abordar problemas que de otro modo quizá habrían permanecido ocultas; el primer ejemplo histórico lo constituye la propia Regla de Laplace, y a este ejemplo lo han seguido otros, como se tratará en las próximas secciones.
Pero la razón quizá más poderosa para justificar la necesidad de este tipo de estudio es de índole puramente intelectual; y es que no parece excesivo exigirle a una teoría medianamente satisfactoria que pueda decir algo acerca de la naturaleza de su objeto de estudio. Sin este elemento, la teoría de la probabilidad quedaría reducida a una teoría abstracta de la medida, y habiendo sido históricamente la probabilidad una de las ramas de las matemáticas más apegada a las aplicaciones prácticas, esto supondría una mutilación que no se debería aceptar sin antes oponer una considerable resistencia.
Habiendo sido el debate sobre la naturaleza de la probabilidad tan amplio y tan ramificado, el presente estudio debe necesariamente limitarse a una faceta concreta: en este caso, la construcción de la teoría subjetiva de la probabilidad a través del debate sostenido entre Ramsey y Keynes en las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, este debate no puede aislarse por completo del desarrollo de teorías alternativas de la probabilidad, ni tampoco de las teorías físicas en las que pretende aplicarse y que en muchas ocasiones marcan los requisitos que debe cumplir la teoría matemática, y por eso en este estudio también se hacen menciones, necesariamente breves, a estos aspectos, cuando resulta imprescindible. De este modo, el capítulo 2 presenta de forma detallada la teoría lógica de Keynes. A modo de interludio, el capítulo 3 presenta brevemente las objeciones a la teoría de Keynes, que como se ha visto representa la vertiente epistemológica, desde la teoría frecuentista de von Mises, representante de la vertiente objetiva, por cuanto estas objeciones resultan esenciales para comprender la reelaboración de la teoría de Keynes en la teoría subjetiva de Ramsey, descrita en el capítulo 4. Este capítulo 4 concluye con una visión introductoria de las teorías de la propensión que intentan superar las diferencias entre las teorías subjetivas y objetivas y que son una de las líneas predominantes hoy en día. Por último, el capítulo 5 presenta unas conclusiones generales.
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