El Blog de Alerce

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Plutarco sobre Cayo y Tiberio Graco

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Escribe Plutarco:

““Los romanos, de cuantas tierras limítrofes se apropiaban en las guerras, una parte la vendían y otra, convirtiéndola en propiedad del Estado, la entregaban para que se repartiera entre los ciudadanos que no tenían bienes ni recursos, los cuales pagaban una pequeña parte como tributo a las arcas públicas. Pero como los ricos empezaron a elevar los tributos y expulsar a los pobres, se redactó una ley que impedía poseer más de quinientos pletros [medida de longitud equivalente a 29,6 m] de tierra. Durante un poco de tiempo esta ley contuvo la codicia y ayudó a los pobres a quedarse en las tierras en las condiciones en las que las habían arrendado y cultivando el lote que cada uno había recibido al principio. Pero, después, los vecinos ricos, empleando nombres falsos, desviaban hacia sí mismos los arriendos y acabaron apropiándose abiertamente de la mayor parte con su propio nombre. Los pobres, privados de sus tierras, ya no se prestaron de buena gana para las campañas militares y descuidaban la crianza de sus hijos, al punto de que rápidamente toda Italia se dio cuenta de que contaba con pocos hombres libres y estaba, en cambio, repleta de prisioneros bárbaros de los cuales los ricos se servían para cultivar sus tierras tras haber desterrado a los ciudadanos. Intentó entonces enmendar esta situación Gayo Lelio, el amigo de Escipión, pero, ante la oposición de los poderosos, él, temiendo un alboroto, abandonó y recibió el sobrenombre de sabio o prudente: cualquiera de las dos cosas parece que significa sapiens. Pero Tiberio, nada más ser nombrado tribuno de la plebe, se aplicó a la misma tarea a instancias, según cuenta la mayoría, del rétor Diófanes y del filósofo Blosio […]”

Este texto es un fragmento de la obra que Plutarco dedica a los hermanos Tiberio y Cayo Graco, titulada Vida de Tiberio-Gayo Graco. En el fragmento se describe la situación en la que se encontraba la agricultura y la posesión de la tierra en Roma tras la fuerte expansión territorial de la República, que constituyen el trasfondo del conflicto que más adelante se desarrollará entre los Graco y la aristocracia terrateniente que controlaba el Senado.

Así, Plutarco describe el proceso de concentración de la propiedad en manos de unos pocos terratenientes, que empleaban diversas triquiñuelas para sortear la legislación que precisamente pretendía evitar esta acumulación de tierras. Esto iba evidentemente en detrimento de las condiciones de vida de las clases populares, que no podían acceder al uso de la tierra que como ager publicus, o territorios confiscados a los enemigos vencidos en las guerras de expansión, en teoría les debería corresponder. Pero, como indica Plutarco, iba también en contra de los intereses de la República, pues con ello se debilitaba la clase de campesinos libres que tradicionalmente había constituido la principal fuente de reclutas para el ejército. En lugar de estas familias de campesinos libres, estos latifundios formados por la concentración de propiedades solían estar explotadas en busca de un máximo rendimiento económico mediante esclavos, llevando a que la península acabase estando, en palabras del texto de Plutarco, “repleta de prisioneros bárbaros”, pues en efecto la población de esclavos llegó a ser una proporción muy significativa de la población total de Italia.

En este contexto, Plutarco relata cómo tras algunos políticos que “sabiamente” prefirieron ignorar el problema, como Gayo Leio, Tiberio Graco accedió a la magistratura de tribuno de la plebe con la firme determinación de enmendar la situación.

La oposición de la aristocracia dominante a esta política de los Graco produciría un conflicto que, a la postre, tendría una gran influencia en la caída del gobierno de la República y la instauración de la monarquía de los emperadores romanos.  En efecto, las reformas agrarias pretendidas por Tiberio Graco, en principio de un talante bastante moderado, encontraron la firme oposición de las clases terratenientes, lo que llevó al bloqueo de la capacidad de decisión del Senado por su división entre los grupos favorables y opuestos a Tiberio Graco. El conflicto se agravó enormemente tras la muerte violenta de Tiberio a manos de un grupo de senadores. Así, poco después de su muerte, su hermano Cayo fue elegido tribuno de la plebe, y retomó la senda de reformas legales de Tiberio mediante leyes agrarias y militares impulsadas con el apoyo de la Asamblea popular, y con una lex iudiciaria que traspasaba el control de la justicia del Senado a los caballeros (equites). Evidentemente, estas reformas fueron muy mal recibidas entre los grupos aristocráticos.

La escalada en la oposición entre las facciones de los aristócratas (optimates) y del pueblo llano (populares) terminó desembocando en la primera guerra civil de la República tardía, culminada con el golpe de estado y la dictadura de Sila. Este evento traumático condicionó todo el desarrollo de la República durante sus últimos años, que finalizaría con el fin del gobierno republicano y la instauración de una monarquía con Octavio.

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