El Blog de Alerce

Videojuegos, matemáticas, literatura, ciencias y filosofía en una mezcla (aparentemente) aleatoria

Escuadrón 47, de Sara Ávila y Alejandro Torres

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«¿A ti también te duermen cuando terminas?». Esta es la respuesta de L1-V1A, la guerrera desangis protagonista de Escuadrón 47, cuando hacia el comienzo de la novela le explican que entre misión y misión ha de permanecer sedada. Pregunta, diría que formulada de la forma más literal e ingenua, que deja anodadado al veterinario que la atiende, Glauco, y que posiblemente hace lo mismo con propio lector, en una de esas rupturas con los supuestos y las certezas de la realidad cotidiana tan del estilo de Philip K. Dick.

L1-V1A forma parte del escuadrón de guerreros mutantes desangis que los humanos emplean para luchar en sus guerras. L1-V1A es, citando los clásicos, la mejor en su trabajo, pero su trabajo no es muy agradable; de hecho, su problema parte de que ha llegado a ser tan buena que ya no está motivada y siente que le falta algo. Glauco, por su parte, es el veterinario novato al que le asignan el cuidado de L1-V1A entre misiones. Cómo se influyen mutuamente L1-V1A y Glauco en sus respectivas búsquedas es el eje que hace girar la novela.

Escuadrón 47 es así una novela breve, pero bien trabada, en la que todo el desarrollo, hasta llegar al sorprendente final, va dejando claro que nada en esta historia se ha hecho de forma apresurada, sino que todo es el fruto de un trabajo largo y concienzudo de cuidadosa elaboración de toda la ambientación y el contexto que rodea a las andanzas de Glauco y L1-V1A. No en vano, Sara Ávila y Alejando Torres, los autores de la novela y los promotores de Artífex Ediciones, hacen también juegos de rol de mesa, y pocas cosas hacen trabajar tanto la imaginación para llenar de detalles un mundo de fantasía como unas buenas partidas de rol con los amigos (como podrían atestiguar Margaret Weis y Tracy Hickman). Mención aparte merece la portada del libro, en un estilo que me hace recordar las carátulas de los videojuegos ochenteros de la Edad de Oro, tanto que no me he podido resistir a retratarla con mi fiel Atari ST (que además guarda un parecido razonable con la consola de la portada).

Entretanto, la novela va dejando más de una escena notable a lo largo de sus páginas, como la que encabeza esta entrada, o esta otra, algo más avanzada la historia, cuando tras afirmar Glauco por enésima vez que cada cual tiene un papel por desempeñar, L1-V1A replica sucintamente: «Eso es muy triste». Tema difícil el de decir «para qué estamos hechos»: Sócrates, Catón o Tomás de Aquino, por poner algunos ejemplos ilustres, habrían dado respuestas completamente distintas a la pregunta de «para qué estamos hechos», pero lo que no habrían dudado ni por un momento es que estamos hechos para algo, igual que las piedras, los peces y todo otro ente, viviente o no; empezar a plantearse que a lo mejor no tenemos ninguna esencia inmutable que dicte que estamos hechos para esto o para lo otro ha costado bastante. Será muy interesante ver cómo L1-V1A logra resolver este dilema (y sobrevivir al vértigo que puede provocar la respuesta) en las aventuras que seguro que seguirán a esta.

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