Ya es hora de que lo proclame: estoy locamente enamorado de Celes. Lo he estado desde que la vi por primera vez, presa en esa sucia celda, las manos cruelmente aprisionadas con unos grilletes, víctima de la violencia y las torturas de los que habían sido sus hombres y que seguro que también la amaban, pero sabían que nunca podrían acercarse a ella y por eso pretendían ocultar sus sentimientos enterrándolos bajo el odio.
Ya entonces estaba enamorado, pero no me di cuenta hasta más tarde, cuando la oí cantar en la ópera. Y por mucho que la escena pretenda hacernos creer otra cosa, yo sé la verdad: tengo la absoluta certeza de que cuando Celes, vestida de blanco de novia, canta esa estrofa que dice
Though I call you from afar
Will this message reach your heart?
Oh, how I long to be with you
sin duda se dirige a mí. ¿Cómo podría ser de otro modo?
Durante años he intentado acallar y apagar este amor imposible. Largos años en los que he intentado esconder el disco en el que habita Celes en cualquier parte, en un armario, en el fondo de una estantería, con la esperanza de que el polvo lo cubriese por completo y de este modo cubriese también mi amor y me ayudase a olvidarlo. Todo ha sido inútil; aún peor, ya apenas puedo soportar los remordimientos que me hacen sentir esa escena en la que Celes queda abandonada en una isla desierta y, abatida por la soledad y la pena, intenta acabar con todo arrojándose al mar. Pues, ¿acaso no es ese el mismo abandono al que yo la he sometido?
Pero ya no más: he tomado la determinación de cambiar las cosas, y esa determinación pasa por anunciar alto y claro mis sentimientos. Ya sé que en el juego Celes está con Locke, pero no creo que eso suponga un gran problema. Locke es un puro comparsa, un idiota, como por otra parte todos los personajes masculinos del juego a los que Celes tiene que soportar (y también Terra; no me extraña que a la pobre le resulte imposible hacerse una idea de lo que es el amor); la única posible excepción es Cyan, pero a Celes Cyan le queda mayor, y además está amargado.
Así que tomaré cartas en el asunto. Deberé localizar a Sakaguchi y convencerle de que me transforme en un personaje pixelado y me meta en el juego. Ya sé que ya no está en Square, pero algo se podrá hacer; seguro que conserva algún contacto. Sé que no será fácil convencerle. Algo tendré que darle a cambio… Por Celes le daría toda mi colección de videojuegos. O, bueno, casi.
Así que la próxima vez que veáis la escena de la ópera, cuando llegue el amante de Celes y comience a bailar a su alrededor, fijaos bien: en esos pocos píxeles que se adivinan bajo el casco podréis reconocer mi cara. Y yo no me dejaré robar el protagonismo por Ultros, y mucho menos por Setzer. Ya nada podrá separarnos.