Gracias al fenómeno indie, en los últimos años estamos teniendo la suerte de vivir una auténtica edad de oro de los videojuegos. Incluso yo, que siempre he sido más afín al mundo de las consolas que al de los compatibles, paso cada vez más tiempo jugando con mi PC. Es indudable que este sector está creciendo continuamente, hasta el punto de que “indie” ya no es ni mucho menos sinónimo de “muy bajo presupuesto”.
Como muestra, este “Among the sleep”. Al menos, esa impresión da la información que muestra su entrada en la Wikipedia, que básicamente se dedica a enumerar las diversas subvenciones y financiaciones que ha recibido. O la lista enorme de patrocinadores a través de Kickstarter que aparece en los créditos finales, que tarda varios minutos en pasar por la pantalla.
El resultado es un apartado técnico bastante bueno, que luce aún mejor gracias a un diseño artístico excelente. Y la premisa del juego poniéndonos en la piel de un crío desvalido de dos años que se despierta solo en mitad de la noche también es de lo más interesante. Y arranca muy bien: el primer nivel, que muestra el vídeo de arriba, da bastante canguelo. Lástima que luego el juego vaya perdiendo el rumbo y acabe con un final que pretende causar impacto, pero que le deja a uno un poco frío y pensando en qué tiene que ver con lo que ha pasado durante el resto del juego.
En fin, una idea muy buena, y un juego también bastante bueno que lo peor que tiene es que le deja a uno la impresión de que podría haber sido mucho mejor. Y es que juntar el género de horror con un niño pequeño puede dar mucho de sí, porque ya se sabe que según dicen la culpa de todos nuestros miedos y traumas es de lo mal que nos lo hicieron pasar durante nuestra infancia. Y de eso el protagonista de este juego, ese pobre niño de dos años, es una muestra perfecta, ya que como padre orgulloso de un niño de más o menos la misma edad puedo apreciar varias “disfunciones” en su desarrollo: para algunas cosas el pobre niño es algo torpón, porque es un poco raro que con esa edad avance más rápido gateando que caminando. Pero por otra parte es de lo más ágil subiéndose a todas partes, lo que hace pensar que más de una vez ha tenido que escaparse trepando por ahí. Y también puede ser algo preocupante que con dos años todavía no hable nada. Aunque ya se sabe que cada niño es un mundo y avanza a su ritmo, y en este niño el lenguaje está ahí, a juzgar por lo bien que se entiende con su osito, lo que hace pensar que no habla porque ha pasado por algo que hace que le de miedo hablar. Ya casi me puedo imaginar la continuación del juego, con el pobre niño escapando de las torturas de su logopeda. Eso sí que da miedo.