La relación entre la Tierra Media y los videojuegos es una de las más antiguas de este mundillo. Ya en la época de los ordenadores de 8 bits era uno de los temas favoritos de los jugadores. Las revistas de la época solían incluir el listado de pequeños juegos desarrollados por los lectores, que uno tenía que teclear pacientemente, y el Hobbit y El Señor de los Anillos eran fuentes habituales para el argumento o la ambientación de aquellos juegos. En especial eran bastante abundantes las adaptaciones de los libros en forma de aventura conversacional, que en aquella época eran bastante populares, y al menos en una primera aproximación parecían más fáciles de programar que un juego de acción.
Y eso por no mencionar los juegos “profesionales”, también muy abundantes. Uno de mis juegos favoritos de aquella época para mi MSX fue “War in Middle Earth” de Melbourne. No sé la cantidad de horas que le pude echar a ese juego, aunque como fiel muestra de que cuando uno es pequeño uno se toma los juegos de otra manera y no se preocupa tanto por avanzar como por pasar el rato, nunca lo terminé hasta que hace unos pocos años me volví a hacer con una copia y finalmente lo completé, con bastante esfuerzo porque al final hay tal cantidad de batallas que avanzar se hace bastante pesado.
Con tal historial de juegos del Señor de los Anillos, parece bastante lógico que cada vez más los desarrolladores prefieran crear argumentos nuevos con ambientaciones basadas de forma más o menos rigurosa en la Tierra Media, en vez de meterse con la historia principal de los libros, que todo el mundo ya conoce al dedillo (aunque yo todavía veo en el Silmarillion una fuente de argumentos para videojuegos que casi nadie se ha atrevido a destapar). Y ese es el caso del juego que nos ocupa, “Sombras de Mordor”, que nos pone en el pellejo de un montaraz cabreado y dispuesto a acabar con la mitad de los capitanes orcos él solo, con la colaboración especial de algunos viejos conocidos como la que se muestra en el vídeo. Resulta interesante la ambientación del juego en Mordor, aunque a mí me da la impresión que este Mordor está demasiado lleno de gente y de cosas, y que todos los lugares de interés están demasiado cerca. Pero supongo que un juego en el páramo desolado y despoblado que describen los libros sería un tanto soso.
El otro punto clave del juego es la mecánica de búsqueda y captura de los capitanes, que se basa en interrogar a orcos de menor nivel para que nos den información acerca de la identidad, ubicación y fortalezas y debilidades de los capitanes. La verdad es que resulta bastante entretenida, pero me parece que la forma aleatoria con la que el juego asigna las características de la mayoría de los capitanes hace que esos enemigos, que tendrían que ser lo más especial del juego, se queden desprovistos de personalidad, o que acaben teniendo la que el jugador quiera darles: si uno se molesta en rastrear a un capitán y a sus debilidades, y planifica una estrategia de acuerdo a ellas, tal vez se pueda vencerlo de una forma sencilla, lo que genera una gran sensación de satisfacción. Pero luego está el capitán con el que te topas sin querer, porque quizá ni lo habías identificado, y resulta que la mitad de las veces se puede acabar con él a mamporro limpio, lo que hace que poco a poco se vaya perdiendo el interés por eliminar a los otros capitanes de una forma más elaborada.
Y por último está ese aspecto de los juegos actuales que no se sabe si esperar o temer: las inevitables expansiones descargables, que quizá nos permitan explorar algún otro rincón de la Tierra Media.