Las historias de sociedades distópicas siempre me han resultado interesantes. Por eso lo primero que me ha impulsado a jugar a Remember Me ha sido su argumento. Y la verdad es que tiene sus cosas interesantes, como esa protagonista con la memoria dañada, que lucha sin saber muy bien por qué o para quién, o si está siendo manipulada por la voz que suena en su cabeza, muy a lo Philip K. Dick (por no mencionar lo bien que le sientan los vaqueros). Pero no deja de ser la enésima iteración sobre el tema de un futuro arrasado por las guerras, las grandes corporaciones y el cambio climático, y la idea del control y tráfico de recuerdos no es tan nueva.
Pero al fin y al cabo todas las historias ya se han contado, y lo que importa es ser brillante y fresco al volver a contarlas. Remember Me es un juego diseñado a servicio de la historia. Muchas de las escenas de exploración o “plataformas” están pensadas para que el jugador se empape de la ambientación, buscando ángulos cinematográficos, con mecánicas de juego extremadamente sencillas que distraigan al jugador lo menos posible de la contemplación de los entornos y de la música. Puede que los avances técnicos no sean indispensables para conseguir avances en la mecánica de los juegos, o que a veces incluso los obstaculicen, pero mejoran enormemente estas simbiosis entre cine, música y videojuegos.
Mi preferida es la pequeña escena que muestra el vídeo que encabeza esta entrada. Nilin por fin acaba de recuperar los recuerdos de su infancia, y camina mientras rememora los días en que recorría los mismos pasillos junto con su osito cibernético. No sabemos exactamente lo que pasa por la cabeza de Nilin en estos momentos, pero los dos minutos que dura la escena son suficientes para que cada cual pueda rellenar ese vacío con sus propios recuerdos. Según avanzamos, la música se intensifica y la luz se va atenuando hasta que tras un recodo vemos el final del recorrido, el punto en el que nos espera la confrontación final. El final es ya otra historia, de la que hablaremos otro día.